lunes, 1 de noviembre de 2010

     La muerte, no es falta de vida, porque donde no hay vida, no hay muerte. La muerte, no sólo tiene vida sino que viene con la y por  más vida. La vida está en todo ente con ser vital, sea micro y/o macroorgánico, vegetal, animal, irracional o racional.
    “Debe morir el grano para que haya vida” “Nadie muere del todo” Aún cuando los restos mortales queden en su propia entropía, mientras, en otra dimensión, el ser esencial del hombre, su espíritu, se libera y convierte, la muerte,  en vida y "vida,  en abundancia".
     Misterio insondable imposible de concebir desde nuestra existencia que desde la analogía podríamos concebir como si pretendiéramos que, una hormiga,  nos comprenda, es muy posible que ni estemos en su punto de miras ni en sus antenas, sin embargo aquí estamos y allá ellas. Dos entes colectivos vitales pero sin interacción recíproca. De ambos quedan sus obras y sus restos. Solo del hombre suponemos la trascentalidad pos morten. Alentada, por otra parte,  por religiosos, pensadores y/o filosofos. Y por otra, por cuanto las ciencias no concliyen al respecto, y se den, más bien, opiniones encontradas.
     En política hay de todo, desde agnósticos a creyentes, y en ambos matices diferentes que hacen a un gran espectro de posiciones desde ateos a politeistas. A su vez, historicamente, el poder temporal y el poder espiritual se muestran entrecruzados desde los orígenes mismos del hombre como conciencia percipiente, veces coincidiendo veces que no, en este caso, en un tiempo,  uno subordina al otro y, en otros, lo contrario.
      En esta situación,  detrás del poder que pretenden sustentar y las luchas hegemónicas en las que se ven, en casos obligados, por las circunstancias, se pierden de vista, cuáles son las lineas divisorias entre lo del "César" y lo de Dios. Ergo se pierde de vista qué darle o qué pedirle, a cada uno, más cuando no esta muy claro que es lo que se quiere de cada cuál.  Por lo general del primero "plata" y del segundo "salud". Para la primera, está el Banco y para el segundo, la Iglesia.
    
     
       

    

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